lunes, 2 de abril de 2007

Habla, ¿vas?

Hace un par de semanas, en una muy húmeda noche y sentada en una banquita miraflorina con el trasero más frío que el de un pingüino, tuve una particular conversa con dos ex compañeras de trabajo. Una –recientemente comprometida -que roza los cuarenta y la otra, cimentada en los sesenta y viuda hace un par de años. Hablamos básicamente del porqué a la fecha, no me conocían galán estable.

La pregunta fue definitivamente un ‘toma mientras’. La cuestión era del por qué para estas alturas de mi vida, con los estudios universitarios culminados, chamba fija, buen carácter y catalogada como un ser sociable nato, no era capaz de presentar ante la sociedad –léase familia- a un buen chico como novio, enamorado, agarre fijo, etc, etc.

Mi respuesta estaba muy lejos de colmar sus expectativas. Eso era obvio, sus miradas lejos de ser inquisidoras, eran mas bien lastimeras. Sin embargo fui clara. No hay quien me mueva el piso, pes. Así de simple, por tanto, no hay presentación a la vista.

Amigos, hay. Amigos cariñosos, también. Pero ¿galán? Mmm. Habrá. Pero me rehúso a tener que tantear entre lo conocido y por conocer para ver las posibilidades que tengo de no quedarme siendo la tía solterona de los hijos de mis mejores amigas. No pues. Para mí, y para muchos, las cosas no funcionan como me las pintaban este par de mujeres. Es decir, no ponerse sabrosa porque los años pasan, y no en vano.

Es verdad, el tiempo da de cachetadas. Pero no me entra en la cabeza, la idea de revisar mi lista de contactos y estudiar las posibilidades que tengo de poder iniciar una relación con un buen amigo, que a la par que yo, fácilmente también estará en la espera de encontrarse con ese chispazo que se da y que conduce sin mucha vaina a estar enamorado.

El amor no me parece una cosa muy compleja, implica negociación, amistad, sacrificio, un largo etc. pero también magia. Puede que no se repita un mismo chispazo, quizá uno mejor, quizá uno peor. Mientras eso sucede, ¿debemos quedarnos de brazos cruzados?.Una sugerencia: mejor crucemos las piernas porque ello es más probable que nos de mayores resultados.

‘No hay apuro señoras’, les dije. Por el momento, veo pasar las combis, ticos, micros, y hasta colectivos, algunos muy bien parados, cómodos y presentables. Otros cayéndose a pedazos, sucios, chiquitos y lentejazos. Sólo espero que al caer la medianoche, no termine chapando lo último que pasa con el riesgo de no quedarme en la fría calle. Ello, definitivamente no pasará porque creo en el amor.

BANDEJA DE ENTRADA

Hagamos un ‘recordaris’ y mano en el pecho reconozcamos cuántas veces nos hemos puesto ‘en bandeja’, es decir, sintiéndonos que portamos un cartel diciendo: ‘haz lo que quieras de mí’. Quizá ahora dibujes una sonrisa compinche por aquel lance que hiciste, ya sea en busca de un affaire de fin de semana o por llamar la atención de esa persona, que ahora acompaña tus pasos.

Vergüenza y arrepentimiento, guardados bajos siete llaves, aceptemos que la situación se tornó calenturienta y el cuerpo, mejor dicho los poros, se abrieron y expidieron cierta sazón extra, la cual te llevó a agarrar de la mano a un cualquiera, que se convirtió en ocasional acompañante nocturno. ¿Sigues sonriendo? Vamos bien entonces, porque ello demuestra que no la pasaste mal.

Quizá haya muchos que jamás tentaron portarse mal, ni aun cuando eran solteros y peor cuando estuvieron con pareja, pero lo que no pueden negar es que la idea de estar extra coquetos no circundó su cabeza en alguna oportunidad. Hipocresías out. Miradas van, miraditas vienen, relamidas de labios, risitas cómplices y cogiditas faltosas, todo ello culminados con un choque y fuga, que como bien se entiende resulta en un ‘fue ayer y no me acuerdo’.

Todos felices, se podría decir. Pero –siempre hay uno- ¿qué viene luego? No hablemos de promesas hechas y posteriores compromisos no asumidos. Ello toma capítulo aparte. Me refiero al remolino de comentarios de aquellos observadores participantes que, en algunos casos se quedaron con los crespos hechos por la negativa de la fueron víctimas y que los lleva a hablar de más y o quizá de aquellos inquisidores que no tiene mejor deleite que regodearse del espectáculo ajeno.

Así es pues, después del goce viene la sanción. Al menos así sucede en este país lleno de medias tintas e hipocresías baratas, dentro de las cuales se aplaude la actitud del hombre ‘cazador’, pero se sanciona la de una mujer, ‘puesta en bandeja’.Pero, ¿qué hay cuando los papeles se intercambian? ¿Doble sanción? Claro pues, si ella se aprovechó del pobre borrachito. Habla pepera.

No pues, señores. Aquí goza el aprovechado y el aprovechador. OJO, todo con consentimiento, nada forzado, sino cuál es la gracia pues. Así que la próxima vez que la idea de querer ‘portarte mal’ ronde tu cabecita, y creas que un ‘mea culpa’ no te hará sentir como bicho raro y por el contrario termine haciéndote reír mientras caminas por la calle, piensa a quién quieres tener en tu bandeja o en qué bandeja quieres terminar. Total, siempre tienes el derecho de elegir o quizá prefieras ver el menú pues te encuentras a dieta -momentánea- o permanente.

¿WHY CANT BE FRIENDS?

Luego de lacrimógenas veladas, caminatas en solitario, explosivos y húmedos recuerdos y la cuasi obligatoria revisión de tarjetas, cartas, fotos, postales y demás chucherías que se intercambian en una relación, cuando ésta se termina y se dejan atrás las horas, días, meses y quizá años compartidos con ‘esa’ personita especial, ¿qué es lo que sigue? ¿Acaso comerse el sapo y aceptar que ahora podemos ser amigos? No es tan fácil, pero ponte a pensar realmente, ¿porqué no podríamos serlo?

Enumerar y tratar de justificar las causas de una ruptura amorosa es una muy buena manera de entretener el tiempo mientras se está parado –solo- haciendo cola para entrar al cine un martes por la noche. Lo real e importante es que ahora se juega en solitudine, mientras que la contraparte quizá esté camino a tener la mejor relación amorosa de su vida, pero OJO, no contigo, porque para eso ahora son amigos y te puede pedir hasta un consejo.

Cuando uno termina la relación, la propuesta de una amistad a posteriori suena cool y hasta madura. Uno asume que si se tuvo algo tan bonito, porqué ello no puede convertirse en la más sincera de las amistades. Pamplinas, cuando hubo fuego y si acaso hubo harto, cenizas quedan. Y las ganas, quizá durmiendo el sueño de los justos y angustiados, están ahí. Entonces puede abrirse una bisagra, y podrías terminar convirtiéndote en un amigo cariñoso y hasta quizás no muy a tu pesar.

Amistad bilateral: una bajo los parámetros de una buena conversa y sincera escucha y otra con derecho a roce. Ambas parten de un sentimiento, que se asumió puro y sincero, pero que ¡oh!, por esas cosas, del destino y de los intereses, no pudo continuar.

Pero qué ocurre cuando uno recibe la oferta de amistad por delivery. Debemos acaso actuar con cabeza fría, (frialdad que no sabemos de dónde sacar), asumir con toda la conciencia del mundo que dentro de su lista de contactos en el messenger ya hemos perdido una posición privilegiada y esperar que la próxima vez que nos veamos, la saliva no nos juegue una mala pasada y discurra por nuestra garganta antes que la mirada de carnero degollado que peguemos sea percibida como una señal de que aún es muy pronto para poder ser amigos.

Paciencia y buen humor resta por practicar pues la simplicidad con la que se tomen las cosas se puede malinterpretar. Dicen que la distancia es buen aliado, buen punto si se toma en cuenta que las aguas deben volver a su cauce pues tras la alharaca del rompimiento, cabe la posibilidad que los pedacitos se puedan juntar o no, ello sólo sucede cuando no se le mete floro al corazón y se está preparando para ofrecer el hombro al ex sin que éste o ésta se ofrezca en bandeja.

Misma vaina, cansa, ¿o no?

El sábado por la noche –durante una tertulia con mis amigas de la universidad, todas ellas rozando el cuarto de siglo- me abstraje por unos minutos y llegué a la conclusión que yo me salí del cuadro, que debí nacer con un pene y un buen par de bolas. Pero no fue así, y mujercita yo, veía con asombro cómo no compartía la perspectiva con la que mis amigas veían sus relaciones amorosas y sexuales. Ello no tendría nada de malo, si acaso no fuese que yo compartía y, en cierta forma justificaba, las actitudes y el desempeño de sus compañeros sentimentales.

¿Acaso me salí del molde y mi gen masculino es que el que regirá mi vida sentimental? Debo aclarar que ello no tiene nada que ver con que me gusten las mujeres, y en ese sentido, disfruto mucho de los hombres y viceversa (modestia en el diván). El hecho es que un grupo de chicas que tiene como común denominador mantenerse al lado del mismo hombre un promedio de tres a cuatro años, está pensando si ese, será el tío con el que pasarán el resto de sus vidas.

El trabajo, la familia, la salud y los amigos pueden llegar a ser chancay de a medio, cuando te metes en el hoyo del “¿Por qué no me llamó?, ¿acaso no seré importante en su vida?, este aniversario debe ser diferente”. Sentimentalismos out, la cuestión es, ¿qué hay más allá de los mismos labios, las mismas manos, las mismas bolas y el mismo pene con los que te iniciaste- claro está en algunos casos? ¿Serán por lo menos cinco años más, si no antes, de que se te meta el bicho de sacar los pies del plato?, porque ellos definitivamente, no te pedirán permiso para hacerlo.

Las relaciones muy largas o se concretan o se discurren vía desagüe. Conozco muchos casos de chicas, -veinteañeras ellas- que ‘han desperdiciado su vida junto a un mismo chico, años de años’ (pensamiento de señora base cinco y que obvio no comparto) y luego este ‘bueno para nada’ les da un patada en el trasero y se buscan uno más firme y menos reclamón. ¿Tiempo perdido o experiencia ganada?. Piénsalo tú a la hora que veas más tarde la misma cara.

OJO: No busco promiscuidad, sólo variedad, ahí radica el gusto, dicen.

jueves, 29 de marzo de 2007

El juego del Back up

En tiempos de modernidad tecnológica, infinidad de passwords, muy navegables hi 5’s y blogs de todo calibre es imposible no pensar en tener un back up de todo lo que creemos que si perdiéramos en un momento, parte de nuestras vidas se haría humo.

Sin embargo, semanas atrás, descubrí que el tan valioso back up puede ser de carne y hueso, tomarse unas chelas contigo, bailar pegadito, tararear el reggaeton de moda y porque no, ser tu amante bandido en ocasionales encuentros. Es decir, el back up llegó a salvarte la noche, mas no la vida.

Muy liberal concepto para aquellos y sobre todo aquellas que se horrorizan con la idea de tener un amante de turno, con el cual solo se puedan compartir fluidos en ciertas circunstancias. No pues, tampoco tampoco. No estamos hablando de un pene delivery o vagina para llevar, solo nos remitimos a decir que algunos, y no solo los solteros y solteras, tienen una persona que les mueve la cola cuando de portarse mal se trata. Mano al pecho, ¿o no?

El hecho en sí, consiste en tener a alguien especial, quizá resulte más válido o haya menores paltas si se trata de un amor del pasado en lugar de un choque y fuga o quizá de ese compañerito de escuela que te sapeaba las piernas en clases. Como decía no es cualquier persona, ni tampoco es la llamada de todos los Saturday’s night. El back up está ahí, latente, dispuesto, para gozar y ser gozado. Punto, no hay más vuelta que darle.

Tampoco nos hagamos los fríos y asumamos que la cuestión es lavar y usar. El back up tiene un pasado (fácil que ahí estuviste), un presente (no dudes que estás en él) y un futuro (no te asegures en él), por tanto hay motivos para la conversa e incluso un despliegue de sentimientos es permitido siempre cuando ninguna de las dos partes se empile más de la cuenta.

Con las reglas conocidas y las cartas sobre la mesa, el juego del back up no puede ni debe convertirse en vicio. Digamos que es una cuestión circunstancial, muy open mind, e incluso muy sincera, sin medias tintas y por supuesto exceptuada de todo compromiso. Un free lance oportuno y si lo manejas bien sin perdedores de por medio.

Aunque puede sonar a una medida desesperada, el back up no tiene porqué llegar a serlo, nada gira en torno a él, es sólo una relación pasajera basada en la química sexual, porque cuando de amor se trata, digamos que la cuestión se enfría. Y conociendo que para jugar se necesitan dos, ¿te animarías a ser tú también un back up, y ‘sostener’ momentáneamente a alguien? ¿O te quedas en el banco, sobándote las manos y relamiéndote los labios?